¿Alguna vez te has preguntado que diferencia hay entre las runas vikingas y las runas celtas? Dentro de las principales runas existen estas dos variaciones del alfabeto rúnico que tienen grandes similitudes, pero también distinciones que las separan. ¿Quieres aprender a diferenciarlas y saber qué poder esconden? Entonces tendrás que seguir leyendo.
¿Qué son las runas vikingas y celtas?
Las runas vikingas y celtas son variaciones del alfabeto rúnico (también conocido como Futhock o Futhark). Los pueblos mencionados, así como los germanos, las utilizaban para escribir conmemoraciones sobre grandes héroes, guerreros legendarios e incluso dioses. También se utilizaban como epitafios o declaraciones de autoría.
Es importante aclarar que, pese a ser un alfabeto, su creación no parece estar relacionada con la literatura. No buscan expresar ni transmitir pensamientos elaborados ni filosóficos, sino al contrario. Son simples y muy concisas.
Todas tienen una apariencia angular, probablemente para que su grabado sobre superficies duras (como piedra, madera y metales) fuera más sencillo. Por desgracia para nosotros, el principal material que utilizaban para plasmarlas era la madera, que no sobrevive bien al paso del tiempo.
En consecuencia, hemos perdido muchas de las runas que formaban parte de este alfabeto, conservando solo aquellas que aparecieron grabadas en piedra, en joyas, en espadas de guerreros y en otras piezas similares.
Pero ¿en qué se diferencian las variantes vikingas y celtas? Vamos a verlo.
Runas celtas
Las runas celtas son un derivado directo de las runas vikingas. Ambas comparten como origen al dios Odín, el dios vikingo por excelencia. Como oráculo, y tras sobrevivir nueve días en ayuno, el personaje mitológico tuvo una visión en la que descubría las runas en su vientre y en la tierra. Y decidió darle un significado a cada una de ellas.
Este alfabeto, por tanto, nace en el pueblo vikingo, que en la Edad Media está decidido a expandir sus conocimientos (y, de paso, a conquistar nuevos territorios). Llegaron así hasta el norte de Europa. Por la zona se extiende el uso de las runas, y comenzaron a aparecer variaciones. Entre ellas, las celtas, que mantuvieron nombres y formas muy similares a las originales. Las primeras que podemos encontrar en esta cultura se hacían en piedra, con el centro dorado.
Runas vikingas
Las runas vikingas son el alfabeto mágico más antiguo que conservamos, puesto que se usaron en el mundo antiguo durante más de diez siglos. Su origen, se pierde en el tiempo. Algunas teorías apuntan que pudieron comenzar a utilizarse en la Edad de Bronce, aunque otras las ubican incluso antes.
Para los vikingos, estas runas podían atraer y proyectar energías de gran poder, capaz de curar a los heridos o proteger de las pestes. También se consideraban oráculos con los que revelar los acontecimientos del pasado y lo del futuro.
Es por eso por lo que príncipes, reyes y oficiales las utilizaban para consultar sus decisiones, mucho antes de la Era Cristiana.
Estas runas se encontraban también en monumentos a los Dioses y en objetos rituales que se usaban para predecir el resultado de las batallas. Sacerdotes (o magos) las usaban para la creación de conjuros y talismanes. Todo esto, por su puesto, llega a su fin con la Inquisición en la Edad Media, donde fueron prohibidas por formar parte de ritos paganos.
¿En qué se diferencian las runas celtas de las vikingas?
La diferencia esencial entre las runas celtas y las vikingas está en su trayectoria histórica. Las runas nacen en el pueblo vikingo y son heredadas por los celtas durante la expansión de esta cultura por el norte europeo. Esta expansión hace que muchas culturas nórdicas parezcan similares, dado que comparten una base común en sus ritos, mitologías y lenguas.
Sin embargo, la individualidad de cada pueblo es innegable. Los celtas tomaron todo cuanto aprendieron de los vikingos sobre la predicción del futuro y el pasado, y las adaptaron a su forma de entender el mundo. Incluyeron gran parte de la mitología nórdica que ya estaba entre sus costumbres.
Los rituales adivinatorios que aprendieron fueron los que dieron paso la escritura celta, que pese a ser muy similar en forma, tenía su significado particular. Cada runa tiene un valor gramatical propio, y cada cultura que la adaptó se aseguró de impregnar en ellas sus particularidades.
Por lo tanto, aunque para nosotros las diferencias sean sutiles, tanto en significado como en forma, históricamente cada variante de este alfabeto lleva impregnada la historia de su pueblo.