El 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos. En esta fecha tan especial conmemoramos, recordamos y honramos con frases para celebrar el día de Muertos a todos aquellos que ya no están con nosotros, que ahora se encuentran junto a Dios. Y la mejor forma de hacerlo es a través de la oración. En particular, la oración del día de Muertos o Día de los fieles difuntos es una de las más adecuadas para despedir a los fallecidos, y la más acorde a esta fecha tan señalada.
¿Cómo es la oración de los difuntos?
La oración de los difuntos es la siguiente: “¡Oh Dios! Nuestro creador y redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria, donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén. María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén”.
Esta, sin embargo, es solo una de las oraciones con las que podemos despedir a nuestros seres queridos, pero no es la oración de los fieles difuntos. Esta la encontrarás más adelante.
¿Cómo ayudar a un ser querido fallecido a encontrar la luz?
La mejor forma de ayudar a un ser querido fallecido a encontrar la luz es a través de la oración. Para ello, desde Catholic Relief Services, recomienzan encender una vela antes de rezar. A través de este acto podemos comunicarnos y mostrar agradecimiento a Dios, y podremos pedirle misericordia y amor para aquellos que ya no está con nosotros.
Oración de los Fieles Difuntos
Dios de misericordia y amor,
ponemos en tus manos amorosas
a nuestros hermanos y hermanas
que has llamado de esta vida a tu presencia.
En esta vida les demostraste tu gran amor,
y ahora que ya están libres de toda preocupación
concédeles pasar con seguridad las puertas de la muerte
y gozar de la luz y la paz eterna.
Habiendo terminado su vida terrena, recíbelos en el paraíso,
en donde ya no habrá tristeza ni dolor,
si no únicamente felicidad y alegría con Jesús, tu Hijo,
y con el Espíritu Santo, para siempre.
Amén.